martes, 31 de marzo de 2015

Los trabajos de Hércules




El relato clásico nos cuenta que Heracles, hijo de Zeus y Alcmane, en un rapto de locura provocado por la diosa Hera mató  a su mujer, sus hijos y dos de sus sobrinos. A modo de expiación debió someterse a doce trabajos impuestos por Euristeo, usurpador de su legítimo derecho al trono.
Entre esos trabajos se  encontraban: matar al León de Nemea; liquidar a la Hidra de Lerna; robar las yeguas de Diomedes; capturar a  Cerbero y sacarlo de los infiernos y robar las manzanas del Jardín  de las  Hespérides. Como pueden ver, no era un asunto de poca monta.
Pero el periplo del héroe no obedecía  solo al acatamiento de un castigo: era ante todo un viaje iniciático cuya recompensa era el conocimiento de sí mismo y de los misterios del  mundo. Desde entonces el concepto de aventura estuvo ligado al descubrimiento del universo y sus leyes secretas.


Huérfano  de cualquier  aliento heroico, nuestro tiempo no tiene una salida distinta al remedo, la caricatura. Con su capacidad de reducirlo todo, desde lo más terrible a lo más sublime, a mero espectáculo, inventó los reality shows, una  manera patética de  remedar valentía ante millones de espectadores hastiados pero  a la vez incapaces de despegar su mirada de la pantalla: si apagaran el aparato , todo consuelo se desvanecería en el acto. No importa si saben que los figurantes- algunos famosos y otros anónimos- van  sobre seguro, como esos turistas que  viajan hacia tierras lejanas  tratando de parecerse a viejos exploradores, pero  amparados por toda clase de pólizas.
Pero a veces la seguridad  tiene que fallar  para abrirle paso a la incertidumbre. De lo contrario, la vida superaría los límites de lo insoportable. Y entonces suceden cosas como las acaecidas en La Rioja, Argentina, el   nueve de marzo de 2015.


Como olvidamos rápido, recordemos lo esencial: durante la filmación de un episodio del reality Dropped, dos  helicópteros colisionaron , causando la muerte, entre otras personas, de la ex navegadora Florence Arthaud, la nadadora  Camille  Muffat, medalla de oro en los juegos olímpicos de Londres 2012 y el boxeador Alexis Vastine, bronce en los olímpicos de Pekín 2008. Todos de nacionalidad francesa.  Se trata de un programa de televisión el que  los integrantes de dos equipos son arrojados en paracaídas sobre algunos terrenos inhóspitos, donde  tienen la obligación de “Luchar por la supervivencia”, según reza el mensaje publicitario del programa.
La tragedia irrumpió , pues, en el corazón mismo de la banalidad  ¿O qué son, si no, esos tributos al vacío en los que se invierten millones para poner en escena heroísmos en los que  nada , salvo la propia estulticia, se pone en juego? Solo que la vida suele sacarse su dosis de humor negro y  de vez en cuando   gusta de jugar al azar. Vi la perplejidad pintada en el rostro de unos vecinos adictos a ese tipo de programas. Por lo visto y escuchado,  no discernían muy bien  si el desastre era real o formaba parte del espectáculo ¿Acaso no se llaman esos programas reality shows? Al menor descuido, el lenguaje se vuelve problemático.


Alienados  hasta  el tuétano por la publicidad, el mercadeo y el consumo compulsivo, los habitantes del siglo  XXI parecen necesitar cada vez más de dosis mayores de adrenalina para sentirse vivos. De ahí  lo atractivos  que  resultan los  llamados deportes extremos, tanto para quienes los practican como para quienes los ven arrojarse  al vacío  o estrellarse en una motocicleta, sentados frente a la pantalla del televisor con una bebida energizante en la mano.
Según el mito, a su regreso  Hercacles- o Hércules-  debía traer las pruebas de sus  hazañas. La  piel del León  de  Nemea fue una de ellas.  En  su defecto, las víctimas del accidente en  La Rioja dejaron  la propia piel en una puesta en escena inútil, sin sentido, como tantas de las cosas que caracterizan a un mundo  asaltado por el hartazgo y abandonado por la poesía.

6 comentarios:

  1. Hay un deporte en boga, el salto base, que consiste en brincar de precipicios con un paracaídas que apenas tiene los segundos justos para abrirse... Dicen que muere uno de diez que salta, es la estadística. Los aficionados lo siguen haciendo porque el chutazo de adrenalina es tan adictivo (y la sensación tan brutal) que trastorna incluso el sentido de la supervivencia. Pero creo que eso no tiene nada que ver con el hartazgo, o sí, pero en otro sentido. Desde hace miles de años los guerreros de profesión, los trastornados y los matones buscan la batalla por motivos similares, y eso que no había realities.

    Resabios de la gente, don Gustavo. Saludos.

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  2. Creo que si había realities, amigo resabiado. Lo que pasa es que se ejecutaban, como dicen ahora, " En tiempo real".

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  3. Además de los saltos que menciona "Anónimo", están las zambullidas de esos aventureros que utilizan vestidos-ala para lanzarse desde un avión y planear entre las paredes de un desfiladero a 200 o 300km por hora. Las imágenes son aterradoras y al fin nos preguntamos por qué; por qué lo hacen y por qué miramos la escena desde el sillón. Tienes razón, Gustavo, si Hércules estuviera entre nosotros comería hormigas y bebería su propia orina en un programa de TV. Sus aventuras dejarían de ser heroicas y se quedarían en "buena televisión". Se entiende que "buena", en este caso, es excitante. La tarea de Hércules que más me gusta, porque inspira numerosas interpretaciones en la imaginación moderna, especialmente en el plano político, es la limpieza de los establos de Augías: a todos nos gustaría que repitiera la hazaña con nuestra versión personal de rey Augías. Ah, para disfrutar de una aventura real, maravillosamente filmada, mira lo que hizo el ciclista Danny Macaskill en su isla de Skye, que parece una de las islas seductoras de la Odisea.
    http://actualidad.rt.com/videoclub/view/142190-viaje-bici-isla-escocia-skye

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  4. Mil gracias por el enlace mi, mi querido don Lalo. Si hasta tiene su propia versión de la maga Circe, la isla esta.

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  5. Y qué me dicen de la viejecita italiana (creo que pasaba de los noventa) que se puso a caminar por territorio argentino, corriendo el riesgo de que los coches la atropellaran en su odisea personal para llegar al santuario de la virgen de Luján. Los pobladores en vez de convencerla de que desistiera de la travesia, mas bien la alentaban y la tomaban como ejemplo de sacrificio y demas vainas, al extremo de considerarla heroína. La insensatez humana no tiene limites.

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  6. Apreciado José : al contrario de la sensatez, obligada a transitar por senderos estrechos y espinosos, la insensatez dispone de amplias autopistas para desplazarse a su antojo, dejando a su paso toda suerte de estragos.
    La imagen final que usted describe nos conduce de entrada a otro problema : la conversión del público en espectador, con frecuencia histérico, encargado de estimular y premiar las conductas más absurdas.

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