jueves, 15 de febrero de 2018

Humanizar a las bestias





  
Entre los campesinos todavía es corriente el uso de   la palabra bestia  para  referirse a los animales en general y a los caballares en particular, como una manera de trazar fronteras naturales: los humanos aquí, las bestias  allá y todos tan contentos.

Así que no se asusten por el título. Sobre todo el cada vez más numeroso  grupo de personas que consideran despectiva  la palabra mascota y por eso utilizan  la   expresión  “Animales de compañía”.

Créanme: me suena  tan artificiosa, tan  demagógica esta última   frase que cuando la escuché por primera vez en boca de una mujer creí que se refería a sus amantes de ocasión.

Pero ya tendremos tiempo para hablar de eso. El cuento es que soy proclive a la lectura de periódicos viejos: el  paso del tiempo tiene la particularidad de revestirlos de un interés distinto al del mero consumo de información. Así que en  la edición de abril de 2017 de la separata Agronegocios, publicada en el diario económico  La República, encontré una pregunta: “¿Cuánto cuesta mantener a su mascota cada mes?”



Inquieto como vivo por las variadas manifestaciones de la locura humana- empezando por la mía- me hundí en la lectura  y volví a la superficie quince minutos más tarde, con estar perlas:

Certificado de vacunación para  el ingreso al colegio: Valoración veterinaria, entre $80.000 (U$ 30) y $150.000 ((U$45) por consulta.
Plan completo de alimentación: Desde  $120.000 (U$ 38) dependiendo del tipo de concentrado.
Deportes caninos: Desde $600.000 (U$ 180) (agility, obediencia competitiva o flyball).
Colegio semanal con ruta diaria: de $450.000 (U$ 45) a  $650.000 (U$190)

 ¡Ah carajo, me equivoqué de página!  Exclamé, pensando que hablaban de algún ambicioso  programa enfocado a la  buena educación de los niños. Eso, a pesar de las palabras veterinario y canino: el candor siempre le juega a uno malas pasadas.

Así que continué:

Hotel cinco estrellas,  guardería, colegio, internado…

 ¡Y pensar que habitamos un planeta donde la comida se pudre en un hemisferio y la gente se muere de hambre en el otro! Le espeté al cartel de Jim  Morrison colgado frente  a mi silla de lectura.

El mutismo del cantante me obligó  a  interrumpir la  sesión  televisiva de las tres damas con las que comparto mi vida: mi mujer, mi hija  y mi gata. La mirada de estupor  de esta última me indicó que era inútil buscar comprensión ¿Y por qué a mí me das comida barata y nunca  me llevas al spa?  Reclamaban sus ojos azules.

 Llegados a este punto hice lo que siempre hago cuando no hay remedio: enciendo el computador y me siento a conversar con ustedes.

Parafraseando a Alfonsina Storni, es mi manera de no morir.

Recordé que una pariente lejana tiene un perro adicto a las pastillas. Se las suministra cada día para conjurar las ansiedades que ella misma le contagió.



Creo que por ahí va el asunto :  cada vez más alienados de nuestra condición  humana por un modelo de sociedad donde el consumo , el derroche y la competencia  feroz son el único asidero, invadimos  el reino animal- el de las bestias- sin darnos cuenta y por eso mismo sin respeto alguno por su condición. Muchos de esos que los quieren tanto no solo  los obligan a llevar vestidos  y arandelas, sino que,  dependiendo de la raza, les cortan las orejas y la cola, “para que se vean más lindos” según le escuché decir a una chica de lo más cool.

Esa forma de comportamiento quizá sea otro síntoma de nuestro desamparo, al lado de la proliferación de sectas y   santones, de la indiferencia por lo público y del autismo cada vez más notorio del homo digital.

Pero esto no es una acusación. Todo lo contrario. Es un reconocimiento al tesón de la criatura humana. Milenio tras milenio ha hecho todo lo posible para mejorar las cosas. Los avances  de la ciencia y  la tecnología dan  fe de ello.

Es más,  antes de que el último hombre se extinga en el polvo infinito, podemos dejar  a modo de epitafio colectivo un aviso tallado en alguna montaña rocosa: Hicimos lo que pudimos.



Solo  que los problemas empiezan cuerpo adentro. Allí donde dicen que alienta el alma. Es entonces cuando descubrimos que habitamos en lo oscuro y salimos a pedir ayuda: fracasados en nuestro intento de humanizarnos, optamos por humanizar a las bestias, a ver si  la cosa sale mejor.

Ignoro lo que piensen los animales sobre todo esto. Trato de preguntárselo a mi gata, pero ustedes ya conocen  el insondable mutismo y la indiferencia de estos animales ante los asuntos humanos.

Qué le hacemos,  si somos apenas sus alimentadores y  entretenedores.

PDT : Les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada


6 comentarios:

  1. Yo tuve una gata hace tiempo, Michi, que me esperaba en la puerta a la hora en que solía regresar del trabajo. Eso jura mi mujer: "No es una cuestión de horario", dice, "si llegabas tarde no te esperaba a la hora acostumbrada sino a la hora en que llegabas". Bueno, lamento comunicar que yo no fui capaz de retribuir ese amor felino. La trataba como gata, nomás. Ahora, en otras circunstancias, de tanto en tanto me escuece el recuerdo de mi gata fiel.

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  2. ¡Ay! mi querido don Lalo. Estos gatos están conectados con no se sabe qué misterios.
    A mi lo que me escuece es pensar en las parcelas de mi vida que se erosionarán sin remedio cuando mi gata- que se llama Fortunata- No esté.

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  3. ¿Y no habría que "animalizar" de nuevo a las bestias? es mi modesta proposición. Ya está de buen tamaño que la comida perruna y tambien gatuna (esa que viene en galletitas) sea más cara que los alimentos básicos como el azúcar y el arroz, por ejemplo, y ni hablar de los costos elevados que suponen llevar a las mascotas al peluquero y otros cuidados especiales. Los que tenemos una concepción utilitaria de los animales (sin ocasionarles sufrimiento, aclaro) somos vistos como bichos raros, malvados o inhumanos, en esta época. A propósito, les comparto un jugoso artículo, en clave de humor, sobre los "animales de compañia" y cosas relacionadas.

    https://elpais.com/diario/2009/07/12/eps/1247380008_850215.html

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  4. Ni más ni menos que la vuelta al origen, apreciado José. Dejar que los perros sean perros y que los gatos sean gatos nos liberaría a todos de estas peculiares cadenas.
    Nada se pierde con intentarlo.
    Ah... muchas gracias por el enlace.

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  5. La humanización de animales podría alcanzar fronteras distópicas, Gustavo.
    Saludos.

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  6. Bueno, me ha puesto usted a pensar en uno de esos visionarios y aterradores textos de George Orwell, apreciado Eskimal : "Rebelión en la granja", ni más ni menos.

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