jueves, 22 de agosto de 2019

Nuevas iglesias






El teatro estaba a rebosar: más de trecientos feligreses entonaban el estribillo cada vez que el oficiante de la  ceremonia les formulaba una pregunta.

-¿Quiénes somos?

-La mejor compañía de telefonía móvil.

-¿Qué hacemos?

-Construir un mundo mejor para la humanidad y para nuestras familias.

-¿Dónde estamos?

 -En todos los rincones del planeta  donde una persona necesite conectarse.

De inmediato pensé en  Robinson Crusoe  instalado en su isla con toda comodidad a la espera de una señal: de haber transcurrido en esta época, la literatura hubiera perdido una de las obras  más interesantes de  todos los tiempos: un ser humano tratando de reemprender, con la sola ayuda de  sus manos, el viaje entero de la civilización.

Pero volvamos, como quien dice, al teatro de los hechos.

De acuerdo a su  papel en la empresa, los  feligreses lucían camisetas de un determinado color. La obviedad abrumaba: dorado para los más aventajados,  plateado para quienes les seguían los talones, rojo para los apasionados del modelo, verde para los esperanzados y así hasta agotar el espectro del arco iris.



Independiente del lugar ocupado en la escala, a todos los rodeaba un aura que me hizo evocar una de esas impactantes imágenes del libro Cien lecciones de Historia Sagrada leído en la infancia.

“(…) Y Moisés apacentaba el rebaño de Jetro, su suegro, sacerdote de Madián; y condujo el rebaño hacia el lado occidental del desierto, y llegó a Horeb, el monte de Dios. Y se le apareció el ángel del Señor en una llama de fuego en medio de una zarza; y Moisés miró, y he aquí, la zarza ardía en fuego y la zarza no se consumía(…)”

Entonces lo  entiendo mejor: todos esos modelos de negocios funcionan, entre otras cosas, porque se fundan sobre las viejas  estructuras religiosas.

Solo que, al desaparecer el sentido trascendente de las viejas prácticas, los objetos del culto son tomados del entramado de una vida en la que el consumo y la búsqueda del estatus constituyen la única-  y la última- motivación.

En este caso, la  zarza ardiente del relato bíblico es sustituida por los puntos acumulados en la pugna por ser el mejor vendedor de planes telefónicos.

Basta con mirar la actitud extática de los asistentes ante el desfile de los bienaventurados para darse cuenta del talante religioso que subyace en estas prácticas.

Como en las competencias ciclísticas, todos quieren lucir la camiseta dorada y lo que eso significa en términos de acceso  a los bienes  que habrán de diferenciarlos de los demás.



Siguiendo un plan calculado con minucioso efectismo,  cada media hora el orador repite las mismas preguntas del comienzo, hasta que su auditorio alcanza el paroxismo: hombres y mujeres jóvenes bailan , se abrazan, gimen, sudan, se vuelven a  abrazar , mientras repiten   como un mantra  la marca de la empresa que en su universo de valores  suplanta a la vieja divinidad.

En este punto, el  truco se revela en toda su dimensión.

La empresa es la iglesia y sus propósitos los establece la misión corporativa.

La marca es Dios y quien la ostenta accede a su propia dosis de redención.

La doctrina es la venta, con todo y su diversidad de planes.

Las indulgencias  se miden en bonificaciones.

Las plegarias son los estribillos repetidos una y otra vez por los asistentes.



A estas alturas   pasamos de la zarza ardiente, un símbolo que nunca se extingue, a la teoría de los arquetipos formulada por Carl Gustav Jung: en realidad los seres humanos volvemos una y otra vez a los mismos códigos urdidos por los antepasados para tejer sus relaciones  con el entorno y consigo mismos.

El pensador  suizo llamó a eso  Teoría de los arquetipos.

Por eso a las iglesias, a los partidos políticos y a las corporaciones globales les resulta tan fácil orientar a los seres humanos en la dirección que marquen sus intereses.

Una buena campaña publicitaria que pulse las cuerdas adecuadas  y  todo está listo para emprender la travesía   que conduzca al altar de las nuevas iglesias.


PDT. les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada




7 comentarios:

  1. Todos esos personajes repiten de una u otra forma la conversión del don Guido de Antonio Machado
    “Gran pagano,
    se hizo hermano
    de una santa cofradía;
    el Jueves Santo salía,
    llevando un cirio en la mano
    —¡aquel trueno!—,
    vestido de nazareno”

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    1. "...Al fin una pulmonía/mató a don Guido y están/ las campanas todo el día/ doblando por él/tin...tan/.
      Usted me hizo evocar una lúcida idea de su paisano Quino, que reza más o menos así: " Si uno nace en una cuna de paja y lo entierran en un ataúd de lujo, quiere decir que ha triunfado en la vida".
      Mil gracias por la cita, mi querido don Lalo.

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  2. Lamentablemente el mundo entero se ha convertido en una especie de rebaño gigantesco que en términos comerciales se conoce como globalización: las personas hemos sido agrupadas según gustos, preferencias, ideologías, etc. De ahí que sea tan fácil manipular como a mansos corderitos a los consumidores (sean de productos, servicios o 'necesidades espirituales') por los que manejan los hilos, sean corporaciones, gremios, sectas, etc. Ser individualista está muy mal visto ahora, y se lo tilda de egoísta, antisocial, misantropo, etc. Las ovejas negras están en extinción.

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    1. Y los publicistas son los profetas de ese reino, apreciado José. Nunca habíamos estado tan cerca de materializar ese concepto de reificar ( reducir a la condición de cosa, de mercancía) tan caro a las facetas más lúcidas del pensamiento marxista.

      Ah... le cuento que ya subimos a La cebra que habla su texto sobre el bello verbo plazuelear.

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  3. Don Gustavo

    Todas las religiones espirituales conservan un principio común: la fidelidad del adepto a su sistema. La iniciación a un lenguaje especifico. Las prácticas en consonancia con filosofías o dogmas establecidos en el grupo y el espíritu proselitista que debe haber en cada creyente. Ahora, las religiones continúan, no con la influencia del año 0 de cristianismo, pero si diversificadas en sectas políticas y comerciales.

    Ya no hay símbolos que adorar, ni letanías para implorar favores, sino un “couch” empresarial y un programa empresarial de preparación que promete elevar la mentalidad humana a niveles superiores nunca antes vistos. Al ingresar a una de estas sectas comerciales, y que por cierto no ingresas, te captan en el Megabús, un centro comercial, por Whatsaap o en el vecindario, lo primero que hacen estos ejecutivos comerciales, es redirigir la mirada de la gente del ídolo del dinero, a la idea sin macula de la libertad financiera.

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  4. "La fidelidad al sistema", ahí reside la clave de todo el asunto, apreciado Digo. Porque todo sistema se basa en una verdad, revelada o no.
    De ahí la estructura piramidad de estos modelos: arriba está la divinidad , mientras en la base los creyentes compiten por sus favores.

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