miércoles, 21 de junio de 2017

De la tierra a la luna





 En junio de 1967 la  fruta de los sesenta ya estaba madura.  Era cuestión de estirar la mano y tomarla.

 Los síntomas-buenos y malos- llegaban de todas partes. El 22 de noviembre de 1963 el presidente norteamericano  John Fitzgerald Kennedy  fue asesinado por un francotirador en las calles de Dallas,  Texas.
  
Pero las turbulencias databan de más atrás.

El 1 de enero de 1959 los guerrilleros cubanos bajaron de la Sierra Maestra y pusieron en fuga a Fulgencio Batista.

Ese día  nació una esperanza… que empezó a morirse el  9 de octubre de 1967 cuando Ernesto  Che Guevara fue  acribillado a tiros en La Higuera, un lugar de   las selvas bolivianas.



1967: el año en que  The Beatles publicaron el Sergeant Pepper´s Lonely Hearts Club Band.

Ese mismo año vio la luz The piper at the gates of down, el primer álbum de Pink Floyd, creado bajo  la inspiración de Sid Barret, El diamante loco que muy pronto se extraviaría, como tantos hijos de la década, en las montañas de la demencia.

Occidente atravesaba un puente sobre aguas turbulentas, como bien lo advirtiera Paul Simon en una de sus canciones.

 Como si no bastara con eso, los modistos  habían subido las faldas de las mujeres un poco más arriba de la modilla. A su vez, La industria farmacéutica  masificó la producción de píldoras  anticonceptivas.

Esos dos hechos abrieron de par en par las puertas del deseo y una generación entera se precipitó por allí.

El  Sargento Pimienta no era entonces una casualidad.



Los  muchachos de Liverpool ya  habían tenido suficiente con las que Paul Mc Cartney bautizaría, ya en su carrera solitaria, como  Silly love songs.

Además, estaban hasta el cogote con la histeria de las niñas bien que se quitaban los sostenes en los conciertos y los arrojaban al escenario como una promesa  a cumplirse aquí y ahora.

Tenían   suficiente talento para conformarse con tan poco. Incluso Ringo, ninguneado tantas veces por los fanáticos, demostró su capacidad  creativa cuando el grupo le dijo adiós a una década de desmadre.

Pasar de canciones tan edulcoradas como And Love Her o Love me do supuso emprender una aventura que los llevaba de la tierra a la luna.

Cincuenta años después resulta natural hablar de discos conceptuales o  de trabajo de autor cuando se alude a una  propuesta  musical.

Eso es posible luego de escuchar a Yes, a Jethro Tull, a Emerson Lake and Palmer, Pink Floyd y a tantos grandes del denominado rock sinfónico.



Pero en 1967  Harrison, Starr, Lennon y Mac Cartney emprendieron una aventura.

Basta con asomarse a la tapa del disco para entender que su propósito no era solo rendirles tributo a quienes desde distintos frentes de la ciencia, el cine, el arte, la música, el activismo, la literatura o la política habían contribuido a forjar la llamada cultura occidental.

Su intención era sumergirse en la esencia de esa cultura, incluidas sus facetas más riesgosas.

Por eso no se negaron  la experiencia de las drogas fuertes que profetas de la contracultura  como Tim Leary pusieron a rodar como si se tratara de golosinas en un supermercado.

No por casualidad, el profesor fue una de las primeras personas cuyos restos fueron enviados al espacio por petición propia.

Siguiendo  su pista, The Beatles  se fueron  también al espacio en una canción titulada Lucy in the Sky with Diamonds, interpretada por algunos críticos como una oda al  ácido lisérgico.

Años antes  habían emprendido su propia travesía bajo el océano en su canción Yellow Submarine.

A estos músicos les gustaban los  viajes de gran calado.

El Sergeant Pepper es uno de los resultados de esa experiencia.

 Varias generaciones han hecho suyo el legado de ritmos y canciones como  A day in  the life, acaso la mejor lograda del disco.

Aunque también destacan With a Little help from  my friends, recordada por la epiléptica interpretación  de  Joe Cocker en el festival de Woodstock.



Pero, bueno, She´s leaving home no lo hace mal como himno para la primera generación de mujeres que se fue de casa sin sentir remordimientos.

O la premonitoria When I´m sixty-four.

O… mmmm, lo mejor es sentarse a escuchar todo el  álbum como una manera de agradecer lo que estos tipos nos dejaron para ayudarnos a estar vivos.


Aquí va enlace a galería de imágenes relacionadas en La cebra que habla 

PDT Les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada

7 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Lalo21 de junio de 2017, 14:25
    No soy muy fan ni entendido en asuntos musicales, pero la historia de los Beatles siempre me ha fascinado. A Day en the Life es particularmente fascinante, por la cooperación de dos creadores que ya entonces se amaban-odiaban, por la forma en que la contribución de ambos confluyó en el tema acabado (con el inestimable aporte de aquel gran productor musical que dio mucha personalidad a la banda), por el puñetazo emocional del tema, en fin, se trata para mí de la cúspide de la música popular de los últimos 50 años... pero ya saben que yo no entiendo nada de música.

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  3. Menos mal "no entiende nada de música", mi querido don Lalo.
    Por lo pronto, me quedo con un ojo emocional amoratado por ese puñetazo digno de Sony Liston. Digo, para estar acorde con el tono de los tiempos.

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  4. Pero al final la gran batalla del rock de los 60 fue ganada por la banda the rolling stones. ya que han sido los únicos capaces de perdurar hasta nuestros tiempos.

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  5. Ah... no sabía que era asunto de batallas, con muertos, ganadores, perdedores, y otras pulsiones propias de machos alfa.
    Para mi es simplemente música.

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  6. Nunca he sido muy seguidor de los Beatles (a mi primo, diez años menor, sin embargo, le fascinaban que andaba un tiempo empapadísimo de ellos), pero tampoco me cansa escuchar alguna vez sus canciones. Quizá eso es lo valioso de esta banda, que sus melodías no han perdido ni un ápice de frescura y actualidad. Y en el fondo, hasta celebro que se hayan separado en la cumbre de su gloria, para no seguir un camino parecido a los Rolling Stones, que hoy dan pena con su estampa de dinosaurios decrépitos.

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  7. El concepto de clásico tiene mucha relación con lo mencionado por usted, apreciado José: la frescura y la permanencia en el tiempo.
    A mi modo de ver- y, sobre todo, de escuchar- El Sergeant Pepper reune esas características. Lo que resulta un buen motivo para brindar a la salud de esos cuatro tipos.

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