jueves, 23 de junio de 2011

Bienvenido Bob


Para el cronista Juan Miguel y el caricaturista  Matador, que se despellejan los nudillos tocando a las puertas del cielo.

Lector incurable, aprendió muy temprano de los sabios antiguos que lo más sensato es vivir sin apegarse a nada ni a nadie, como una piedra que rueda. Sus padres, de origen judío, lo bautizaron Robert Zimmerman pero en uno de sus primeros actos de rebeldía  decidió apellidarse Dylan, tomando prestado el nombre de un oscuro y turbulento escritor irlandés. El poeta andaluz Joaquín Sabina, explorador de otros abismos, le rindió tributo  en una canción cuyo título  resume toda posible forma de  derrota : “ Tan joven y tan viejo”. En 1961, cuando contaba veinte años y el mundo trataba de curarse las heridas de  la posguerra, empezó a recorrer los escenarios en una peregrinación que lo tiene hoy, cinco décadas después, más vivo que nunca  y dispuesto a echarse otra vez al camino para ponerle banda sonora y lírica a las esperanzas y desasosiegos de varias generaciones de mortales.
A pesar de que las izquierdas de los años sesentas del siglo pasado intentaron apropiarse su discurso, en realidad es un conservador anarquista que se educó  escuchando las canciones de Woody Guthrie y por eso ama el mundo rural, como contracara idealizada de los desbarajustes del  planeta industrializado.
Venid padres y madres de todo el mundo/ y no critiqueís lo que no entendeís/ vuestros hijos e hijas ya no están bajo vuestro control / vuestro sistema se está haciendo viejo/porque los tiempos están cambiando, cantó alguna vez frente a una multitud  que convirtió esos versos en una declaración  de principios generacional, tal como sucedió con el Let it be, de  The Beatles o My Generation, de the Who. Para variar, fue excomulgado en su momento por legionarios más conservadores que él cuando decidió incorporarle elementos eléctricos a las  armónicas  y a las cuerdas melancólicas de las canciones folk. “ Traidor”, dijeron y procedieron a quemar sus discos en la siempre renovada pira de  los fundamentalismos.
Cuando ya era un  fetiche   para los hijos de la bomba atómica, un accidente en moto estuvo a punto de dejarnos sin sus poemas, tan  intensos y lúcidos que siempre logran sobreponerse a la mala voz, asmática, nasal y entrecortada como la de ese otro poeta llamado Joan Manuel Serrat.
Durante años se ha sumido en  largos silencios de los que regresa siempre para recompensar la espera con una    renovada dosis de lucidez no excenta de ternura. “ ¿ Cuántas veces puede volver la cabeza un hombre / y pretender que no ha visto nada?/ la respuesta , amigo, te la dictará el viento/ la respuesta está en el viento” proclamó en uno de  esos  retornos y entonces uno coincide  con el periodista cultural y melómano irredento Alejandro Patiño Sánchez cuando sentencia que la historia de la música se divide en antes de Dylan y después de Dylan.
Hace algunos años fue postulado al premio Nobel de literatura, lo que, una vez más, provocó la santa  ira de los ortodoxos. Varios directores de cine han  realizado películas argumentales y documentales sobre su vida, obra y milagros, que  no son pocos. Aunque  no participó  en el ya legendario  Festival de Woodstock, todavía se recuerda que éste se realizó en una finca cercana a su residencia.  En este 2011 cumple setenta años de vida y cincuenta de actividad literaria y musical. Durante ese tiempo muchas utopías nacieron y fueron enterradas por sus propios forjadores. Varias revoluciones se convirtieron en cenizas o en  parodias de si mismas. Unos cuantos de los que iban a cambiar el mundo al ritmo de sus canciones ahora ocupan las poltronas del poder. Pero Robert Zimmerman, llamado Bob Dylan, sigue allí contra todos los augurios. Por eso , así como deben agradecerse los besos , los abrazos y las palabras de consuelo que le dan a uno en el camino,  desde este lugar de la tierra, cuando muchos de sus contemporáneos malviven en la jubilación o blasfeman  entre las paredes de un geriátrico, quiero plantar mi dosis de gratitud por esos versos que me ayudan a  vivir enviando esta postal que no podía empezar sino así : bienvenido Bob.

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